Marta Domínguez añade un título europeo en cross, la única especialidad en que le faltaba, a los de pista cubierta y al aire libre
Hace menos de un mes, Marta Domínguez regresó a la competición para disputar su primer cross. Ganó en Quintanar de la Orden y se vio tan bien que puso una cruz en su calendario en el 9 de diciembre, Toro, Campeonatos de Europa: una cruz que para ella, la atleta palentina que no sabe competir sin aspirar al máximo, más que un compromiso, el de participar, suponía una obligación, la de ganar. Evidentemente, fiel como es ella a sus citas, Marta Domínguez ganó.Para España, su triunfo, acompañado de una inesperada medalla de bronce de la catalana Rosa Morató -ya finalista en los 3.000 metros obstáculos en los Mundiales de Osaka- y conseguido en solitario tras un ataque a 500 metros de la llegada que puso la piel de gallina a todos los que por la hierba estaban, debido al clamor con que acogió su público su cambio de ritmo, supone una primicia: curiosamente nunca en los 14 años de historia de los Europeos de cross un atleta de España, La Meca del campo a través en Europa, había logrado la victoria individual en categoría absoluta. Para Domínguez, para su historial individual, la victoria en el circuito de Montelarreina, segado césped azotado por el viento junto al padre Duero, supone una especie de consagración, supone la consecución de la triple corona, de una hazaña a lo Kenenisa Bekele, el campeón etíope de todas las superficies, del barro, de la moqueta de la pista cubierta, del tartán. Campeona de Europa de 3.000 en pista cubierta (Viena 2002) y de 5.000 al aire libre y dos veces (Múnich 2002 y Gotemburgo 2006), a Marta Domínguez, de 32 años, sólo le faltaba el campo a través para cerrar el círculo de un palmarés único en la historia del atletismo español, un listado que cuenta ya con 12 medallas en todo tipo de competiciones europeas y mundiales.
Un palmarés, de todas maneras, incompleto. Sólo un objetivo mantiene a la rubia palentina en la pelea diaria, una diana en la que clavar la última bala que le queda a su machacado cuerpo: los Juegos Olímpicos de Pekín. Por eso prefirió pasar de los Mundiales de Osaka, para desesperación del presidente de la federación, José María Odriozola, el mismo que la convenció de que corriera los 5.000 en Gotemburgo tras fallar en los 10.000, y que mantiene que, visto lo visto, con un mínimo de preparación habría conseguido medalla en la cita japonesa.
Pero Marta Domínguez sólo participa si está convencida. Compitió en Toro tras una preparación cuidadosa y minuciosa y que estuvo a punto de irse al traste porque un par de semanas antes se entrenó durante más de una hora en el duro e irregular circuito. Para sus pies, operados en el peroneo hace tres años -lo que la dejó fuera de los Juegos de Atenas- por el finlandés Sakari Orava, esa faena fue veneno. Con emplastes de árnica que ella misma se prepara y con repetidas visitas a Madrid para que su fisio de confianza, Manuel Rafael, le trabajara los músculos, los tendones y las inserciones, Marta Domínguez superó el peligro sin tener que dejar de entrenarse ni un solo día. Menuda es ella, pura furia, pura profesional.
fuente: elpais.com